Cuando hablamos de callos y durezas, en lo primero que pensamos es en la estética, pero si no evitamos a tiempo que aparezcan o no evitamos que sigan creciendo, pueden convertirse en un problema muy doloroso.
La zona plantar del antepie (la almohadilla) y el talón, son las partes del cuerpo que más peso aguantan, por eso su piel es más gruesa para resistir la presión. Pero cuando esa presión aumenta o se produce un roce continuo, aparece un engrosamiento de la piel producido por un exceso de producción de células que el cuerpo crea para proteger la zona. Pero no sólo en la zona plantar y en el talón, también pueden aparecer en cualquier parte del pie que sufra una presión o roce continuo.
Está presión puede estar producida por el uso de un zapato inadecuado (pequeño, demasiado estrecho..), pero también puede deberse a malformaciones en el pie, problemas de postura e incluso problemas biomecánicos, como tener una pierna más larga que la otra. Si nos encontramos ante uno de estos últimos problemas debemos recurrir a un pofesional ya que, por ejemplo, con una simple plantilla podríamos eliminar el problema. También será necesario recurrir a un podólogo cuando la dureza o callo haya aparecido y tengamos dolor, ya que sería conveniente que el podólogo nos haga un estudio, para conocer nuestros puntos de presión.
Las durezas suelen estar más localizadas en la almohadilla del pie y en el talón, mientras que los callos aparecen en cualquier parte del pie (lo más común es que sea una zona ósea, como en la parte superior y lateral de los dedos) y se caracterizan porque poseen un pequeño núcleo más duro rodeado de piel muerta.
En ambos casos las causas son comunes y las acciones para prevenirlos también.
Pero, ¿qué medidas podemos adoptar en casa para evitar que no aparezcan o para solucionar las que están apareciendo?
Usar el calzado adecuado.
Lo principal es que el calzado se adapte al pie. Por tanto evitaremos el calzado grande, pequeño, demasiado estrecho…
Alternar el calzado
No se debe usar el mismo zapato todos los días. Es aconsejable ir cambiando de zapatos, sobre todo si usamos zapatos de tacón, que deberemos ir alternando con zapatos planos.
Evitar los pies húmedos
Es importante secar bien el pie después de la ducha y que los zapatos transpiren bien, ya que sino conseguiremos sequedad en la zona, lo que favorece la aparición de las durezas.
Mantener los pies hidratados
Como hemos dicho antes unos pies secos están más expuestos a padecer durezas y callos. Por eso debemos hidratar los pies igual que hacemos con el resto del cuerpo. Lo más aconsejable es usar cremas específicas que encontramos en el mercado o por lo menos que en su composición contengan glicerina.
Ves eliminando todas las semanas la piel muerta
Una o dos veces a la semana usa la piedra pómez sobre las zonas donde aparecen las durezas para ir eliminando la piel muerta y que no se engrose. Hazlo después de la ducha o pon los pies a remojo durante un rato para conseguir que las durezas se ablanden, humedecer un poco la piedra pómez y frotar sobre la dureza o callo ejerciendo un poco de presión. Frotar un minuto o dos y enjuagar el pie, repetir el proceso las veces que sean necesarias. Hay que tener cuidado y no pasar la piedra por la piel sana. Después aplicaremos una crema específica para prevenirlos, normalmente están compuestas de ácido salicílico y urea.
Medidas ortopédicas
Estas medidas no las podemos llevar a cabo en casa, pero es recomendable ir al podólogo y considerar la más adecuada para nuestro caso. Podemos encontrar en el mercado plantillas, taloneras, dediles, parches… Existe una gran variedad que nos ayudará a prevenir también la aparición de los callos y durezas.
Si sigues estos consejos te aseguramos que podrás lucir unos pies perfectos este verano. Cualquier duda que tengas ya sabes, nuestros profesionales en los distintos puntos Cuidándonos te las resuelven.